Si tuviera que definirme diría que soy un soñador.

Con 15 años entré a trabajar en una pequeña fábrica de muebles de Santiago de Compostela. De chico de los recados pasé a apasionarme por todo el entramado del oficio. Allí aprendí la profesión y a tratar la madera de manera artesanal. El saber hacer y el cuidado por la calidad y los detalles con que se trabajaba me marcaron para siempre. Todo tenía que quedar perfecto.

Me sabía cada mueble, cada pieza de memoria y comencé a dibujar y a crear mis primeros diseños. Cada limitación era un desafío y podía sentir que nada era imposible.
El niño creció y tuve la suerte de seguir desarrollando mi pasión. Cada vez los proyectos eran más ambiciosos y llegó la oportunidad de trabajar con los mejores arquitectos e interioristas hasta construir lo que hoy es Amboage.

Cada proyecto es un reto, es estimulante y motivador. Miro Amboage con orgullo porque lo hemos construido a base de tenacidad, confianza y entusiasmo. Y sin la ayuda de todos mis colaboradores no hubiera sido posible.

¡Quién me iba a decir que iba a llegar tan lejos!
Sin duda, Amboage son muebles hechos con pasión.